Covers incantables

lunes, 30 de enero de 2012

La verdad de la milanesa

-Hola, me llamo Mateo Wels y soy adicto a la milanga al pan.- Dije con cierta timidez al admitir mi vicio.

-Hola Mateo!- Gritaron los otros 2.999.999* uruguayos presentes en la conferencia.

Recién dándome cuenta de la magnitud de la sala donde acababa de entrar, caí en la cuenta de lo apretados que íbamos a estar. Casi tanto como un 121 a las 3 de la tarde.
No se cómo, me abrí paso hacia una silla de plástico al lado de la mesita con snacks, en la que había café y masitas (obviamente no había milanesas ni ningún derivado de ellas, para decepción de todos los presentes).
Así fue que empezó la charla de proporciones astronómicas de grupo, contando sus experiencias en otros países donde no había la susodicha comida, o alguno que compró una en el estadio y pareció que habían asustado a la vaca antes de matarla.
Pero claro, ya por el millonésimo uruguayo contando sus vivencias se empezó a aburrir el tema. Un poco nomás, pero se notaba en el ambiente. La gente estaba ansiosa y jugueteaba con sus pulgares. Hablaban entre sí. Incluso en una porción de la sala se armó piñata porque uno soltó que la milanesa de pollo es ampliamente superior a la de carne de vaca. Por suerte, todos los empleados de todos los hospitales estaban ahí y los detuvieron, con la ayuda de la policía (también estaban ahí).

Yo no era diferente, también me empecé a sentir mal. Eran las 5 de la tarde y hacia como 4 horas que no comía. Empecé a sudar y jadear. El cuerpo me lo pedía. El que estaba al lado mío también sudaba. Nos miramos. Supimos inmediatamente lo que teníamos que hacer.
Nos levantamos y fuimos al líder de la presentación con la determinación con la que va un hombre a cargarse a una mujer ebria. Mucha. Muchísima.

El agarró por la derecha y yo por la izquierda, cada uno con un palo, dispuestos a meterle la verdurita que nos quería hacer comer por la uretra. Nos vió venir, y ya preparado, llamó a sus secuaces, que eran nada más y nada menos los de La Vegetariana, que nos empezaron a rodear.

Para leer lo siguiente, hay que poner a reproducir esto:


-En este pueblo (Bah, ciudad en realidad, la definición de "pueblo" es más como para ámbitos rurales, y Montevideo esta bastaaaante industrializado...) no hay lugar para los dos...

-Ya lo creo forastero- Dijo el vegetariano, poniendo la mano sobre un pedazo de tofu.

Por alguna razón lo llevaba encajado en una pistolera. Movió los dedos en alternancia. Shit just got serious.
Ellos eran 4, y aparte vegetarianos, por lo que sus arterias estaban limpias de grasas saturadas, gran punto a favor de ellos. Pero nosotros teníamos un sueño. Milangas, pila de milangas.

Emergimos victoriosos por poco, tuvimos suerte de que uno de ellos criticó las carnes en general, mencionando la palabra "milanesa" ante palabras mucho menos dignas como "panchos", lo que llevó a una revuelta que quedaría en la historia como el "incidente".

-Ahora ya no se habla de esto, es un taboo, esta mal visto, como quieran llamarle. Lo cierto es que aquel día la integridad de las milanesas pendió de un hilo, exactamente como la Espada de Damocles. Y por eso, es que estan ahora ustedes comiendo estas milanesas que les hizo su madre.

-Abuelo aflojale al faso

*Datos extraídos de "Cuando Juega Uruguay", canción del artista Jaime Roos.

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